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Especiales - Irak - EE.UU
 
   

9% de los soldados de EE.UU. son latinos

El Cabo Interino José Gutiérrez, de 27 años de edad, estuvo entre los primeros en morir, en una batalla con tanques en las afueras de Umm Qasr, el 21 de marzo.

El cabo José Angel Garibay, de 21 años, cayó en combate cerca de Nasiriya. El soldado raso Francisco Martínez se ahogó cuando su tanque cayó al río Eufrates. El Cabo interino Jesús Suárez del Solar, de 20 años de edad, fue muerto el sábado pasado mientras combatía con el 1er Batallón de Reconocimiento con Equipo Ligero.

Todos tenían algo en común: eran infantes de la Marina de Estados Unidos, y no eran estadounidenses. Murieron por un país que no era enteramente suyo.

Gutiérrez era un inmigrante ilegal proveniente de Guatemala, huérfano que se abrió paso a través de México para llegar a la tierra prometida de California, y luego ingresar a la Armada.

Sus tres compañeros de la Armada eran mexicanos por nacimiento y ciudadanía, tres entre cerca de 36,000 soldados en las fuerzas estadounidenses, mas no de Estados Unidos: portadores de tarjetas verdes y otros residentes legales que esperan obtener el pleno estatus legal como ciudadanos estadounidenses.

A Gutiérrez le sobrevive sólo su hermana, Engracia Cirin, quien vive en una choza sin teléfono en las afueras de Ciudad de Guatemala. Me entristece , dijo a un reportero local en Guatemala, "porque luchó por algo que no era suyo".

Gutiérrez y Garibay recibirán la ciudadanía estadounidense de manera póstuma, informaron oficiales militares.

Los padres de Martínez y Suárez no están seguros acerca del estatus de sus hijos como estadounidenses. Martínez pidió la ciudadanía pero su solicitud no estaba completa, según fuentes militares. En cuanto a Suárez, su padre, Fernando, quien lo trajo a California hace seis años, cuando tenía 14 años de edad, dijo creer que su hijo seguiría siendo mexicano al morir.

Si bien la opinión pública en México está creciendo con fuerza en contra de la guerra en Irak, docenas de mexicanos se han estado comunicando por teléfono, correo electrónico y acercándose a la Embajada de Estados Unidos y sus oficinas consulares todos los días, indagando con respecto a volverse estadounidenses si se hacen soldados. Están siendo rechazados.

"A menos que la persona sea ciudadano estadounidense o tenga el estatus legal de residencia permanente, lo cual es su principal interés, no se puede unir", aclaró Jim Dickmeyer, portavoz de la embajada.

Los hispanos, incluyendo a los que han obtenido la residencia legal y aquéllos que ya son ciudadanos, representan cerca del 9 por ciento de los militares uniformados y aproximadamente el 13 por ciento de la población total de Estados Unidos. Entre los registrados en el ejército conformado enteramente por voluntarios, casi el 5 por ciento tiene la residencia legal mas no la ciudadanía estadounidense.

En julio, el Presidente Bush firmó una orden ejecutiva que pone a los portadores de tarjetas verdes, que se enlisten en el ejército, en una vía rápida para convertirse en ciudadanos estadounidenses. La orden eliminó una espera de tres años, permitió a los soldados buscar la ciudadanía de inmediato y aplicaba para cualquiera que ya estuviera en servicio activo para el 11 de septiembre del 2001.

Existen restricciones para soldados que no sean ciudadanos estadounidenses; no pueden servir en la mayoría de las unidades de inteligencia, ni en grupos de élite como las Boinas Verdes. Tampoco pueden ascender a comandantes.

En México y Centroamérica, la historia de Gutiérrez ha resonado con fuerza. En la infancia, quedó huérfano junto a su hermana, para luego trabajar como jornalero, antes de ser acogido por la Casa Alianza, misma que trabaja con niños de la calle en Guatemala. Los expedientes de Casa Alianza muestran que José estudió arquitectura antes de marcharse a Estados Unidos, al parecer caminando y saltando de tren en tren, en 1997.

Fue arrestado por el (ahora desaparecido) Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) ese mismo año, según registros, pero es probable que haya mentido con respecto a su edad, afirmando que tenía 16, para así obtener su liberación. Lo acogió una familia adoptiva en Lomita, California. Se unió a los infantes de Marina el año pasado y fue uno de los primeros dos infantes muertos en combate, el 21 de marzo.

"Nos unimos al pueblo guatemalteco en el recuerdo del Cabo Interino Gutiérrez, quien dio el máximo sacrificio en servicio de su país por adopción", dijo John R. Hamilton, Embajador de Estados Unidos en Guatemala.

Garibay nació en Guadalajara. Se registró como infante de marina tres años atrás, a sus 18 años, y fue muerto el 23 de marzo. "Aunque se sentía mexicano, también le encantaba Estados Unidos, y fue por eso que se enlistó, por eso que fue a la guerra", explicó su hermana, Azucena Barragán, en Costa Mesa, California. Dijo que iba a regresar "como un héroe".

Flores, también nacido en Guadalajara, llegó a Estados Unidos en 1985, a los 3 años de edad. Murió en combate el 25 de marzo, al parecer después de que su tanque se perdiera en una tormenta de arena y volcara hacia el Eufrates. Su madre, Martha Flores de Duarte, California, dijo creer que la ciudadanía de su hijo llegaría en unas cuantas semanas. Agregó: "Tan sólo deseo que toda esta angustia de las madres de los soldados llegue a su fin, que se detenga el sufrimiento de familias rotas".

Suárez nacido en Tijuana, llegó a California en 1997 y murió en algún lugar de Irak el 27 de marzo. "Yo solía pertenecer al Ejército en México, y estoy orgulloso de él", dijo su padre, Fernando, de Escondido California. "Esperemos que su muerte haya sido por una buena causa y no en una guerra por petróleo".

THE NEW YORK TIMES

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