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La magia de Carlos Gardel
 

UNA NUEVA BIOGRAFÍA DE CARLOS GARDEL DICE QUE NACIÓ EN FRANCIA REAVIVA LA DISCUSIÓN

Nuevos mitos sobre el mito más grande

El libro de más de mil páginas editado por Alfaguara, revela aspectos polémicos y desconocidos de uno de los más grandes mitos populares del Río de la Plata

LA NACION / GDA

Gardel, la biografía, el libro que publica este mes (*) la editorial Alfaguara, tiene más de mil páginas y es producto de la minuciosa investigación que durante veinte años Osvaldo y Julián Barksy, padre e hijo, hicieron sobre Carlos Gardel, cuya vida, tal como ha llegado hasta nuestros días, es una maraña de rumores no confirmados y chismes por confirmar.

Julio Barsky nació en 1972 y es docente de música en organismos privados. Su padre, Osvaldo, nacido en 1943, es Magister Scientae en Sociología e investigador del Conicet. Gardel, la biografía echa luz sobre las zonas oscuras de uno de los más grandes mitos populares.

Según este libro, Charles Romuald Gardes nació en diciembre de 1894 -hijo de padre desconocido y de Berthe Gardes- en Toulouse, Francia. Debido al repudio familiar por ser madre soltera, Berthe se fue de la casa de su abuelo a la de una amiga y, dos años más tarde, gracias a la ayuda ofrecida por una mujer llamada Anaís Beaux que ya vivía en Buenos Aires, viajó hasta la capital argentina con el pequeño Charles.

FACETAS. Así, paso a paso, el libro documenta la vida entera del cantante, desde su partida de nacimiento en Francia hasta el momento de su muerte, en Medellín.

A través de testimonios y documentación rigurosa, se revelan datos desconocidos de Gardel, que aparece aquí en toda su dimensión humana: como un muchacho callejero que podía desaparecer días enteros de su casa matando de preocupación a su madre, como un joven amante de la juerga, como un señor preocupado por adelgazar, como alguien con mucha habilidad para rodearse de colaboradores eficientes, como eximio cantante y como aficionado a los amores, intensos pero fugaces, con mujeres conocidas y no tanto. Un mito vivo, sin la asfixia del bronce.

A continuación, algunos fragmentos de esta biografía.

INFANCIA. "En marzo de 1890, cuando Berthe tenía veinticuatro años, descubrió que estaba embarazada. Este hecho cambiará decisivamente su vida, porque no logrará obtener el reconocimiento de su pareja de la futura paternidad. El 10 de diciembre, al iniciar el trabajo de parto, debió cruzar el río Garona por el antiguo puente de la ciudad hasta la ribera oeste, donde se encontraba el hospital Saint Joseph de la Grave. En ese mismo establecimiento, fundado en 1647, habían nacido varias generaciones de Gardes.

En cuanto al origen del nombre, hay indicios de que Berthe lo eligió en homenaje a su hermanastro, Charles Carichou (Gardes), quien se encontraba enrolado en un cuerpo expedicionario del ejército francés en Indochina. Pocos días después, Berthe y el pequeño Charles abandonaron el hospital. Y como el niño debía ser formalmente reconocido, ya que no bastaba el simple asentamiento del nacimiento, el 22 de diciembre, ante las autoridades correspondientes, se levantó la siguiente acta, que figura con el número 280 y que, traducida, dice:

A los veintidós días del mes de diciembre del año mil ochocientos noventa a las cuatro horas de la tarde ante el delegado del Alcalde de Toulouse ante el Estado Civil, ha comparecido María Berthe Gardes, planchadora, nacida en Toulouse el catorce de junio de mil ochocientos sesenta y cinco y domiciliada en rue D’Arcole 4, la que ha declarado formalmente su conformidad a la ley de reconocer a su hijo natural Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse el once de diciembre de mil ochocientos noventa, inscripto en el Estado Civil el mismo día, hijo de padre desconocido y de Berthe Gardes. Testigos domiciliados en Toulouse: Charles Espinaue, de (ilegible) años, domiciliado en (ilegible); Henri Laurans, de cuarenta años, domiciliado en (ilegible), no emparentados, previamente leído firman de conformidad."

La madre asumía así plenamente a su hijo, pero quedaba asentado el estigma que ambos guardarían como un gran secreto durante más de cuatro décadas: "Hijo de padre desconocido".

JUVENTUD. "A principios del siglo XX, la transición de la infancia a la juventud era acelerada.

En el caso de Carlos Gardes, las intensas vivencias de la calle, donde transcurría una parte importante de sus días y, por qué no, de sus noches, aceleraron su precocidad. Simbólicamente, un hecho que nos permite tomar el año de 1904 como el fin de su infancia es el ocurrido el 11 de setiembre, cuando es detenido en la localidad de Florencio Varela, cerca de la ciudad de Buenos Aires, a raíz de una denuncia de su madre por abandono del hogar. En la Oficina Central de Identificación de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, se registra una ficha policial que señala: Nombre y apellido del detenido: Carlos Gardez (sic). Nombre de su madre: Berta. Nacionalidad del detenido: Francés. Lugar de Nacimiento: Tolosa. Edad: 14 años. Profesión: Tipógrafo. Sabe leer: Sí. Procedencia: Florencio Varela. Domicilio: Uruguay 162. Es extranjero. Su residencia: 13 años y 6 meses.

Aunque el muchacho estira un poco su edad, porque recién en diciembre cumpliría los catorce años que declara, el documento es significativo porque revela que Carlos se hallaba en plena rebeldía adolescente, tanto en relación con su entorno familiar como frente a las obligaciones escolares, ya que su madre debe haber concretado la denuncia tras una desaparición de varios días.

Por otra parte, Florencio Varela era famosa por sus peringundines y casas de tolerancia, lo cual lo muestra crecientemente vinculado a los ambientes donde se refugiaba parte de la música criolla y se expandían el tango y la milonga; quizá como incipiente artista, o tal vez meramente atraído por el ambiente prostibulario, aunque datos posteriores parecen afirmar la primera presunción. La calle era un imán permanente para el muchacho. Berta recuerda que a los catorce años "Una tarde salió de casa y no volvió. Lo busqué como loca por todo Buenos Aires, pero no lo encontré... Viví unos días muy tristes y casi no podía trabajar. Por la tarde, al terminar mi tarea, salía a recorrer las calles, pero todo era inútil. En una de mis diarias búsquedas, frente a una casa donde había una mudanza vi a un gran carro, y sentado en el pescante estaba mi Carlitos, con un aspecto impresionante. Le habían puesto un traje de hombre con pantalones largos, a él, que era muy menudito. Las mangas del saco se las había dado vuelta hasta el codo. «¡Carlitos! -le dije-. ¿qué estás haciendo?» Y el pobrecito me contestó que estaba trabajando: ¿No ves -me dijo- que estoy cuidando este carro? Mirá, ¡hasta me han puesto un traje nuevo! Lo llevé a casa, lo cambié de ropa y me parecía un sueño volver a tenerlo entre mis brazos. Pero a los pocos días, esa fiebre de inquietud que llevaba en el pecho volvía a separarlo de mí".

Con la llegada de fin de año, concluía también para Carlos la etapa de la escolaridad y no mucho después, como símbolo de su pubertad, lucía los primeros pantalones largos. En 1904, además, doña Berta y su hijo se mudan a la calle Corrientes 1553, a pocas cuadras del domicilio anterior, pero en la cercanía inmediata a varios de los principales teatros de Buenos Aires.

En adelante, Carlos tendría que lograr por lo menos, cubrir sus gastos, ya que es posible que aún no se planteara aportar al mantenimiento de la casa. En esta perspectiva, estará tironeado por dos alternativas. Por un lado, tenía la capacitación adquirida en la escuela, en oficios como encuadernador, trabajos de imprenta, de herrería y zapatería, que no podía ser menospreciada en una época en la que pocos miembros de los sectores populares terminaban el ciclo educativo.

Por otra parte, sus innatas condiciones de cantor, evidenciadas desde niño, y su amor por la música lo impulsaban a tomar por otro sendero. Doña Berta más adelante recordará: "Yo soñaba que mi hijo sería médico... ¡Si hubiese podido hacerle cumplir ese sueño mío! Pero él siempre decía que quería ser un cantor. Y eso, en aquel tiempo, me daba miedo. Y tenía toda la razón. En aquella época los ambientes que Carlos frecuentaba podían llevarlo al delito, a convertirse en un rufián o canfinflero, como se denominaba a quienes explotaban a las prostitutas, y como, con notable exageración y sin prueba alguna, han querido describirlo algunos autores en función de un intento extremista por desmitificarlo, inventando a su vez nuevos mitos; en esta versión, negativos. Pero el futuro artista, aun deslizándose por esa delgada línea, no se inclinó hacia esas actividades delictivas.

AMORIOS . Muchos romances se le atribuirán al cantor a lo largo de los años, tanto con mujeres famosas -Azucena Maizani, Trini Ramos, Olinda Bozán, Juanita Larrauri-como con otras ajenas al mundo del espectáculo, como las montevideanas Elena Fernández y Elisa Montero, Andrea Morand y la bailarina Alicia Cocía. La mayoría de estos supuestos idilios no fueron más que un producto de la fantasía popular, o el intento comercial de fomentar un escándalo rimbombante. Sin embargo, una candidata firme a haber sostenido un affaire con el cantor fue Peregrina Otero, alias "Loretta Darthés", oriunda de Portugal. Habiendo llegado a la Argentina hacia 1911, fue equilibrista y trapecista en el circo del ya decadente Frank Brown, período en que adoptó su seudónimo. Con el tiempo, la joven adquirió una pequeña fama y se relacionó con algunos personajes del ambiente, como Barry Norton —con quien también adujo haber tenido una relación—, Vicente Greco, Ignacio Corsini y otros. Gardel la conoció en los tiempos del circo, en cierta ocasión en que él y Razzano fueron a presenciar el espectáculo. Acercándose a su amigo, Gardel le habría comentado en tono pícaro:

-Che, ¡qué espectáculo divino! Pero te quiero decir, ¿sabés cómo me gusta esa piba? Tenés que hacer algo para presentármela.

Razzano, ni corto ni perezoso, se dirige hacia los camarines, seguido por Gardel. Una vez en el camarín comienza a distraer al director del circo mientras la joven, de veintitrés años por entonces, le regalaba una de sus cintas a Gardel.

Según la versión de Loretta, la relación entre ambos se hará más regular un tiempo después, cuando los artistas se crucen en los pasillos de Radio Belgrano, hacia fines de la década del 20, con furtivas huidas a Montevideo los fines de semana. "Un día me convertí en su mina... así como lo oyen." Horacio Pettorossi —guitarrista de Carlos por entonces—, Blas Buchieri, Raquel Notar y Julián Centeya habrían estado al tanto de esa relación.

Por entonces Gardel aún se hallaba oficialmente comprometido con Isabel del Valle, pero "Loretta" opinaba que "ella era sólo la noviecita... yo era la mina".

La amante que casi fue esposa

Años después de la muerte del cantor, la principal amante de Gardel – Peregrina Otero, alias "Loretta Darthés"–, proporcionará abundantes detalles hasta de sus relaciones sexuales, desde la primera vez en la suite de un hotel donde Carlos paraba. Un lugar para las escapadas de la pareja habría sido la casa quinta de un amigo de Gardel de apellido Bonetti, empleado de la firma Pedemonte.

"Allí nadie nos molestaba y la pasábamos bárbaro. (...) Con guindado y naranjada Carlos y yo nos pasábamos la noche como dos tortolitos." Según ella, Gardel habría ido dos veces a su encuentro "con un cura y dos testigos para casarnos, pero el matrimonio no se habría concretado porque ella "lo amaba demasiado como para cortarle una carrera tan brillante e intachable. La admiración que Carlos despertaba en las mujeres quizá se vería amputada con un matrimonio. Lo nuestro era tan maravilloso que yo estaba dispuesta a esperar".

El padre biológico

"¿Quién era el padre de Charles Romuald? ¿Por qué motivos no lo reconoció, obligando a Berthe a inscribirlo como hijo natural, con su apellido? Hasta el final de su vida ella dejará este tema sin dilucidar, intentando defender su carácter de viuda, con el propósito de ocultar la falta de paternidad legal de su descendiente.

Seguramente, la información más significativa al respecto es la proporcionada por el periodista Edmundo Guibourg, de reconocida solvencia intelectual y amigo de Gardel desde pequeño, quien, entrevistado por Carlos Achával para la revista Flash en 1985, señaló:

Ahora le voy a relatar una cosa que me contó él (Gardel). Seguramente estaba cerca de los 30 años. Un día me dice:

—Te voy a contar una cosa que no te conté nunca. Estuvo el viejo...

—¿Qué viejo?

—Mi padre.

—¿Cómo?, ¿lo viste?

—No. Vino de Toulouse a ver a mi madre, sabiendo que yo soy un artista ya conocido y ofreciendo reparación tardía. La vieja me dijo...

—Yo le pregunté: «Mamá, ¿qué le contestaste?» Y me dijo que dependía de lo que yo le dijera. Que todo dependía de mi voluntad, no de la de ella. «¿Vos lo necesitás, mamá?», y me dijo que no lo necesitaba.

—Yo tampoco, no solamente no lo necesito. No lo quiero ver.

—Se llamaba Paul Lasserre. Con dos eses y dos eres...

El hombre vino de Toulouse, posiblemente para hacer una reparación de hombre modesto. Era un hombre de clase media, muy correcto, parece. Un poco rústico, hombre provinciano."

En otra entrevista, Guibourg repetiría la misma versión, señalando que Gardel, a manera de chiste, le decía: "Te das cuenta, ¡qué fenómeno! Me llamo Charles Romuald Lasserre Gardes. ¡Qué te parece! Con ese nombre puedo andar por el mundo...".

(*) Nota publicada el 12 de diciembre de 2004 en El País

 

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