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ECONOMIA | LA MONEDA DE ESTADOS UNIDOS PUEDE PERDER SU POSICION DOMINANTE DESPUES DE MAS SESENTA AÑOS

En caída


La gran pregunta que se hacen muchos economistas, analistas y operadores de los mercados cambiarios y financieros, es si el d�lar perder� su condici�n de principal moneda de reserva del mundo. Ha registrado fuerte descenso en relaci�n al euro, que se perfila como un competidor con fuerza


LONDRES | THE ECONOMIST

Pronosticar tipos de cambio es una tarea imprecisa. Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, dijo que esa actividad “tiene la tasa de éxito similar a la de pronosticar si saldrá cara o ceca cuando se tira una moneda”. Los años recientes lo confirmaron: la mayoría de los analistas de los mercados de cambios hubieran tenido mejores resultados si simplemente hubieran tirado la moneda. Sin embargo, para los próximos años, una apuesta segura es a una gran caída del dólar.

Desde mediados de octubre del corriente año, el dólar declinó alrededor de 7% en relación con otras principales monedas, llegando a un nivel históricamente bajo contra el euro y al punto más bajo en cinco años en relación con el yen. El dólar ha perdido en total 35% contra el euro desde comienzos de 2002. Pero, también cayó por un modesto 17% contra una amplia canasta de monedas, incluyendo el yuan de China, que está ligado a la moneda estadounidense.

Greenspan indicó a fines de noviembre que el déficit en cuenta corriente de Estados Unidos es insostenible, debido a que los extranjeros eventualmente perderían el apetito por activos dominados por el dólar.

Greenspan seguramente no es el único jerarca de Banco Central que se ha convertido en escéptico respecto del dólar. Los mercados se han estremecido, preocupados porque los Bancos Centrales de varios países podrían reducir sus tenencias de Bonos del Tesoro de Estados Unidos. Autoridades de los Bancos Centrales de Rusia e Indonesia dijeron que estaban considerando una reducción del porcentaje de dólares que tienen en sus reservas internacionales. Los informes más alarmantes indicaron que el Banco Central de China —es el segundo tenedor de reservas en moneda extranjera del mundo, después de Japón— puede haber reducido sus compras de Bonos del Tesoro estadounidenses.

EN GRAN RIESGO. Esta combinación de hechos induce a algunos economistas a considerar lo que en otros tiempos pareció imposible: ¿el dólar puede llegar a perder su estatus de moneda de reserva? A lo largo de los últimos 2.000 años, la moneda principal del mundo ha cambiado muchas veces, desde el denario romano, pasando por el solidus bizantino, el florín holandés y la libra esterlina. El dólar ha sido la moneda de reserva predominante durante más de 60 años, lo que produjo grandes beneficios económicos a Estados Unidos, que puede pagar por las importaciones y pedir prestado en su propia moneda, a bajos niveles de interés.

La participación del dólar en el panorama global de monedas extranjeras de reserva cayó de 80 % a mediados de los años ’70, a alrededor del 65% en la actualidad. Por tanto, corresponde preguntar: ¿el dólar realmente está perdiendo su estatus como la principal moneda de reserva del mundo? La misma pregunta se hizo en la década de los ’90, después de otro largo descenso, aunque su preponderancia sobrevivió. En aquel tiempo, no había alternativa al dólar. Ahora, existe el euro, que puede convertirse en gran rival del billete verde.

Los requisitos de una moneda de reserva son una gran economía, mercados financieros profundos y abiertos, baja inflación y confianza en el valor de la moneda. En función de los tipos de cambio actuales, el área del euro no tiene una economía más chica que la de Estados Unidos. El área del euro es también la principal exportadora. Desde la creación de la moneda única, los mercados financieros de Europa se han hecho más profundos y con mayor liquidez. Es cierto que el área del euro tiene un crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) más lento que el de Estados Unidos. Pero, en términos de dólar, el peso económico del área del euro ha crecido en términos relativos en relación con el de Estados Unidos en los últimos cinco años.

TENTACION DE DEVALUAR. Desde 1960, el dólar ha caído alrededor de dos tercios contra el euro (se toma el marco alemán para comparar antes de 1999) y el yen. El área del euro, contrariamente a lo que ocurre con Estados Unidos, otorga créditos. Nunca antes el custodio de la principal reserva del mundo ha sido el gran deudor neto. Y un, deudor, puede sentir la tentación de utilizar la devaluación para reducir su déficit externo, que nunca es deseable para una moneda de reserva.

Quienes dudan del dólar preguntan por qué los inversores van a seguir teniendo activos de un país que ha perjudicado su posición de moneda de reserva, como consecuencia de sus propias acciones. Asimismo, señalan que sin la intervención de los Bancos Centrales, que han sido compradores netos de enormes cantidades de dólares, la moneda estadounidense estaría aun más baja. Si esos mismos Bancos Centrales comenzaran a vender parte de los 2,3 billones de activos en dólares que poseen, se produciría el riesgo de colapso del dólar. Dependiendo de cómo se lo mire, Estados Unidos no encontrará demasiadas dificultades para financiar su enorme déficit en cuenta corriente. (Esta incluye importaciones y exportaciones, así como ingresos por turismo, entre otros conceptos).

El déficit está en el corazón de este tema. Diversos economistas han planteado por lo menos cuatro argumentos para señalar por qué el déficit no importa y la condición del dólar como moneda de reserva es segura. Primero, dicen que el déficit es un signo del poderío económico de Estados Unidos, y no un síntoma de debilidad. En segundo lugar, sostienen que la demanda enlentecida en el exterior es una gran causa del déficit, y por tanto puede revertirse. En tercer lugar, la demanda de dólares por parte de los Bancos Centrales, efectivamente crea un sistema económico estable.

Por cierto, no resulta difícil demoler cada uno de esos argumentos.

EL DEFICIT IMPORTA. El primer argumento mencionado es el favorito del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Los extranjeros quieren invertir en Estados Unidos, porque ofrece los más altos retornos, superando a Europa y Japón. Si Estados Unidos genera un superávit en la cuenta de capitales, debe, por definición, generar un déficit en cuenta corriente. Ese argumento pudo tener cierto grado de veracidad a fines de los años ’90, cuando Estados Unidos disfrutaba de grandes flujos netos de inversiones, aunque en el último año realmente se ha producido un flujo de salida de esas inversiones de largo plazo. Asimismo, en los últimos años, Estados Unidos ha ofrecido retornos más bajos para las inversiones extranjeras directas, así como “equities” y bonos, que Europa y Japón.

El déficit en cuenta corriente ahora es financiado por Bancos Centrales extranjeros y por dinero de corto plazo. En el año entre mediados de 2003 y 2004, los Bancos Centrales extranjeros financiaron hasta tres quintos del déficit de Estados Unidos. La reciente compra de reservas por parte de los Bancos Centrales no tiene antecedentes. Las reservas globales de los mercados de cambios —65% están denominadas en dólares—crecieron en un billón de dólares en solo 18 meses. La vez anterior en que se agregó un monto similar a las reservas oficiales, se hizo en una década. Estas compras de dólares no guardan relación con la perspectiva de tasas de retorno en Estados Unidos, pero tienen por finalidad mantener en determinado nivel las monedas de los países adquirentes.

Lo peor es que en años recientes, los flujos de capital hacia Estados Unidos no han financiado inversiones productivas, que podrían impulsar ingresos futuros, sino un auge en el gasto de los consumidores y un déficit presupuestal creciente. Un déficit en cuenta corriente que refleja la falta de ahorro no puede interpretarse como un signo de fortaleza.

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