J.A.
A los 90 años murió Manuel Pailós, una de las figuras destacadas de la corriente torresgarciana en el país y un hombre enormemente estimado en el medio plástico local. La noticia del deceso trascendió una semana después de ocurrido. Nacido en Galicia en mayo de 1914, Pailós había desembarcado en Montevideo con sus padres cuando tenía 3 años. Su marcada vocación por la pintura lo llevaría —a pesar de desempeñar variados trabajos para ayudar a la familia— a estudiar tempranamente en el Círculo de Bellas Artes bajo la guía de maestros como Laborde y Cúneo, desde donde pasaría luego al Taller Torres García, un ámbito que le permitió convertirse en alumno devoto de Joaquín, estableciendo un vínculo que se reflejaría en su obra durante las cinco décadas siguientes mientras intervenía en más de cien exposiciones colectivas de ese grupo.
La pintura de Pailós se atuvo al diagrama constructivista bañándolo con un manifiesto refinamiento cromático y una sensibilidad para el diseño y el manejo de signos que permitía identificar fácilmente sus trabajos y que prestó a esa producción un sesgo muy seductor que —entre otras cosas— derivó en su prolongado éxito de venta. Pero la dedicación del artista se extendió a la escultura, de la que permanece un ejemplo mayor en el prisma monumental de ladrillo implantado en el Parque de Esculturas contiguo al Edificio Libertad. En 1996, Pailós obtuvo el Premio Figari que otorga el Banco Central por el conjunto y la calidad de la obra de plásticos de extensa foja, aunque esa distinción fue sólo la más reciente de una cadena de premios en Salones Nacionales y certámenes regionales que contribuyeron a valorizar su nombre.
Personalmente, en cambio, él seguía siendo un hombre de obstinado perfil bajo, retraído y modesto, cordial y muy discreto, prefiriendo en todo caso que sus obras hablaran por él. Trabajaba mucho, con notable continuidad, lo cual permitió que a lo largo de un período consagratorio de su carrera expusiera de manera individual todos los años, sin falta y con heroica regularidad, en lo que constituye un ejemplo insólito de perseverancia y empeño laboral. Obras de Pailós integran el acervo de museos uruguayos, argentinos y españoles, pero también figuran en grandes colecciones privadas de este país y del exterior, como corresponde al nivel que tuvo su producción.